El museo de arte de Denver y el Guggenheim de Bilbao para mi simbolizan dos monstruosos barcos a la deriva en el desierto de la creatividad, es curioso que ninguno de los dos responda en su concepción original a la idea de barco, uno es un homenaje a las Montañas Rocosas y el otro una flor en desarrollo.
Este robot podía volar en la película de animación, propulsado por la imaginación, claro está, ya que aunque su creador es un gran admirador de todos los artilugios que vuelan, parece difícil que cumpla los requisitos indispensables para el vuelo, es lo bueno de algunas películas animadas, pueden hacer volar incluso a un elefante.
Aprovecho para mostrar una prueba de coloreado del cómic
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