La aparente contradicción del título es una forma de hacer ver que cuando se haya escrito todo lo que nos preguntamos, todo lo que necesitamos saber y comunicar, habremos alcanzado el conocimiento que perseguimos con la lectura, y por lo tanto no será necesario leer nada más. Este razonamiento revela que sin nada nuevo que contar, se descubre la verdad que nuestro pensamiento oculta desde que tenemos tiempo para pensar en cosas que no afectan a nuestras necesidades individuales y colectivas de supervivencia: ¿para qué preguntarnos sobre cosas que no nos afectan en la vida diaria?
Es decir, la curiosidad que determina nuestra trayectoria evolutiva nos obliga a contarnos constantemente lo mismo de forma diferente, para aplacar esa necesidad de conocimiento y darle un sentido a esa herramienta exploratoria de nuevos caminos, que posibilita un futuro diferente al que conocemos.
De ahí que cuando hayamos conseguido resolver nuestras dudas, responder todas nuestras preguntas, seguiremos necesitando nuevas maneras de contar nuestros hallazgos para mantener la puerta abierta a nuevas preguntas. Esto supone ser capaces de interpretar ésta u otra afirmación de un modo muy diferente para cada uno de nosotros, proporcionándonos así la ilusión de nuestra capacidad creativa y singularidad.
En resumen, la razón de leer es descubrir siempre algo nuevo, aunque sea una nueva forma de contar lo mismo, y eso es lo que nos hace intrínsecamente humanos.
Afortunadamente, nuestro conocimiento actual augura un prolífico futuro de búsqueda de respuestas y soluciones a los problemas, que en su mayoría provocamos nosotros mismos con nuestra ignorancia, con lo que tenemos mucho que contarnos por delante. Seguimos dibujando en las paredes de la caverna.
